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TUS LETRAS

Una vez más llega la noche, me acuesto. Quiero apagar la luz para apagar con ella sueños absurdos, y la encuentro. La hoja que esconde tus letras tiembla en mi mesa de luz.
No, otra vez no. Apago el velador.
Se pasa corriendo una hora sobre mi cuerpo. ¿Una hora ya?.
Intento con fuerzas casi dormidas, sedar mi mente que sigue enhebrando historias en agujas invisibles. Me siento una estúpida.
Una vez más toco a oscuras el papel de tus letras, e ingenuamente me parece más suave que ayer. No quiero estropearlo del todo, no quiero besarlo y copiando noches anteriores seguir arruinando la hoja.
Pero prendo la luz, abro el papel, y lo que intento frenar cae sobre su lomo blanco tatuado.
Leo y siguen cayendo.
Si no puedo contenerme van a terminar ahogando y borrándolo. No hay caso.
Caen.
En el papel solo se lee un lago negro y cadáveres tuyos, de tus letras, de tus manos.
Pero mis labios siguen trenzando palabras, de memoria supongo. Si no es la memoria es él quien me las dicta, pienso.
Una vez más lloro leyéndote, y no quiero.
No quiero que caiga mi pena borrando tus letras.
Son lo único tuyo que tengo.
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