Irrumpiendo en dos mundos tan antagónicos como simétricos. Ambos cerrados por bocas ahogadas. Vueltas y más vueltas de rutina ganando sus cuellos. Irrumpiendo en esos huecos dormidos. Casi sin aviso. Asustándolos. Llegó a las dos de la mañana la pasión. Un sillón la sostiene en la longitud tensa de su cuerpo. Alguien le avisa la llegada de un huésped. Se incorpora. Corre al baño. Repasa sus ojos. Ojos que no entienden el temblor. Ella tampoco. La televisión desaparece. Lluvia dentro y fuera de su calma. El camisón es corto. Las piernas descubriéndose desnudas buscan una manta. Son las 2 de la mañana. Él llegando a una casa extraña. En un auto donde ella estuvo. Se la huele, se la sabe, se la siente entera. La ciudad también extraña metiéndose en sus uñas. Por eso las manos, resistiéndose, se cierran en un puño impenetrable. Un auto muy chico en el que apenas cabe. Él y los cien latidos simultáneos de su garganta. Sabe que esta despierta. De repente imágenes. Esos ojos que lo comen, qu